¿Promesas?, ¿objetivos?, ¿realidades?

Son muchos los cursos de formación, consultores y coach que nos prometen alcanzar importantes objetivos gracias al personal branding o marca personal – o a ese conjunto de herramientas, técnicas y tácticas a las que yo preferí referirme en mi libro De Twitter al Cielo desde una perspectiva más amplia (y sigo haciéndolo hoy) como marketing personal.

El abanico de objetivos muchas veces es encabezado en este país de desempleo juvenil galopante por la consecución de un puesto de trabajo, uno que como profesor universitario en programas de posgrado me toca especialmente de cerca y cuya dificultad no creo que ninguno hagamos bien en subestimar.

Personal Branding: ¿El bálsamo de fierabrás?

Si a veces es cierto que los profesionales no prometemos que el Personal Branding sea un bálsamo de fierabrás que nos vaya a sacar de las listas del INEM, no lo es menos que ese es a menudo el anhelo de los que estudian esta materia y realizan una inversión de tiempo y esfuerzo en ella – muchas veces desde el nerviosismo y la inquietud cuando no desde la desesperación.

Pero lógicamente ese gran objetivo no es el único aunque sí quizás pueda ser el más importante: está también la proyección profesional de los que ya trabajan para conseguir un ascenso, de los autónomos y emprendedores para conseguir más clientes, de los artistas o políticos (¡qué mundos tan diferentes!) y la lista sigue y sigue hasta adaptarse a los casos más o menos insólitos como los de las celebrities.

Quisiera proponer en estas líneas algo que he comprobado de primera mano en muchas ocasiones, y que puede parecer ir en contra de la lógica: la obsesión por el mono-objetivo del empleo en el menor tiempo posible y de forma expeditiva – sobre todo de forma desesperada – es a menudo el mayor enemigo en el trabajo serio y desarrollo del marketing personal y del personal branding que paradójicamente más podría ayudar a medio plazo a su consecución.

Diferencial y valor

Pocos lo han expresado mejor que el consultor Guillem Recolons en su libro ‘Si no aportas, no importas’. El marketing personal es una serie de esfuerzos para proyectar – tal y como nos indica Recolons en el subtítulo se su obra – nuestro diferencial y su valor. Es decir: una invitación a aportar primero para recibir después. No se trata sólo – que también – de profesionalizar nuestra imagen y de clarificar nuestros valores, nuestros mensajes diferenciales y nuestra auténtica motivación, sino de tener claro qué estamos en disposición de aportar para luego después recibir.

Decía el gran vendedor estadounidense Zig Ziglar ‘you can have anything you want if you can get people enough of what they want’: ‘puedes tener todo lo que quieras siempre que aportes a los demás lo que quieran’. Una conversación con uno de mis alumnos más aventajados hace un minuto me recuerda que el Personal Branding funciona – vaya que si funciona – cuando olvidamos los atajos y ‘ponemos en práctica lo aprendido y establecemos relaciones que nos acercan a nuestras metas día a día’.

La imagen «el bálsamo de fierabrás» by M. Martin Vicente is licensed under CC BY-NC-ND 2.0